¡Hola! Me llamo Patri y vengo del sur de España, de Málaga, Andalucía. Actualmente soy comunicadora social, fotógrafa y, muy probablemente, futura profesora. Gracias al Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza (CPMGA en adelante), soy consciente del poder de la educación para concientizar y sensibilizar a la ciudadanía.
Formar parte del equipo del CPMGA me ha cambiado la vida: es una Institución que lleva 40 años trabajando por y para las mujeres alteñas, promoviendo la equidad de derechos a través de talleres de sensibilización y liderazgo; formaciones técnicas integrales; contención psicológica; orientación laboral y legal, etc. He tenido la suerte de formar parte de todos estos procesos y aprender de grandísimas/os profesionales, tanto a nivel personal como profesional.
Siempre he sentido una conexión especial con América Latina, así que no dudé ni un segundo en aplicar a la convocatoria de EU AID Volunteers. Soy de las que piensan que todo pasa por algo; por eso creo que trabajar en el CPMGA y vivir en Bolivia no es casualidad. He venido aquí a sanar.
Gracias a todas las mujeres que he conocido durante estos meses, y que habéis dedicado parte de vuestro tiempo a sanar conmigo.
La Laguna Colorada, uno de tantos paisajes que me ha dejado sin aliento. La riqueza natural que dispone Bolivia es tan grande como el corazón de su gente.
Parte de mi familia en el Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza: el Equipo de Comunicación.
Me llamo Iris, vengo de España, y hago videos documentales y participativos. Desde hacía años deseaba vivir un tiempo en América Latina, estaba enamorada de su diversidad cultural y sus cosmovisiones ancestrales, quería conocerla un poco mejor. Gracias a ASPEm y el programa EU Aid Volunteers he tenido la oportunidad de aterrizar en Bolivia, un país que en sí mismo presenta una gran riqueza y diversidad cultural, una tierra con gente maravillosa que tiene mucho que enseñar a todo aquel que quiera aprender.
Además, he tenido la suerte de ejercer mi voluntariado en Proyecto mARTadero, un lugar en constante movimiento artístico dónde se unen personas de diferentes colectivos, nacionalidades y disciplinas para imaginar y construir realidades futuras a través de la cultura..
Durante mi estancia he llevado a cabo tareas de todo tipo: desde hacer pequeños videos y fotos para promocionar las actividades hasta limpiar y preparar una sala para una exposición, o ayudar en la creación de un plan estratégico a corto plazo.
Ha sido una experiencia que te motiva a ser muy camaleónica, dejar la zona de confort y probarte a ti misma en diferentes aspectos y capacidades. Un reto muy divertido que me ha permitido crecer tanto a nivel profesional como personal. Estoy muy agradecida por ello.
El área de danza de mARTadero organizó en Mayo del 2022 el Festival Kuyuy de Artes Vivas. Kuyuy significa movimiento en qechua y, durante el evento, artistas de diferentes países pudieron mostrar lo vivo que está el panorama de la producción de danza y performance tras la pandemia.
Dentro de la propuesta, tuve la suerte de fotografíar la obra “Cimarrón, cantos de resistencia” del méxicano Francisco Arrieta. En la muestra, elementos como proyecciones de fotografías históricas, danza, textos y escucha de vinilos se ponen al servicio de narrar la historia del viaje y la relación entre la evolución de la cumbia y la esclavitud en el continente.
El barrio de Villa Coronilla en el que mARTadero se localiza está ubicado en la zona Sur de Cochabamba. Con el fin de desestigmatizar el imaginario negativo que rodea al barrio y a la cultura underground se diseñó el Parque Urbano Ollantay, donde cada día jóvenes con diferentes hobbies interactúan. Con el fin de abrir esta convivencia al resto de la ciudad, el área de interacción social organiza cada año el Festival Urbano Ollantay dónde jóvenes de diferentes departamentos compiten y comparten sus capacidades en Rap, Hip-Hop, Parkour, Skate, BMX, Breakdance y Graffiti. En los últimos años se ha incrementado la participación de artistas femeninas de diferente índole demostrando la creciente reivindicación de la equidad de género en el ámbito urbano y underground.
Me llamo Paolo Venturi y nací en Verona, una ciudad del norte de Italia. Antes de ser catapultado al otro lado del océano, trabajé como profesor de apoyo en una escuela primaria. Me encanta estar rodeado de niños. Todo comenzó en 2019 cuando, con una mochila llena de sueños, partí hacia Bolivia con la curiosidad de descubrir un nuevo mundo. Aterricé en Riberalta, la ciudad a las puertas del Amazonas, donde empecé por pura casualidad a ayudar en un hogar de niños. Fue una experiencia que me abrió el corazón y que aún recuerdo con una mezcla de nostalgia y felicidad.
Cuando volví a Italia después de un año, empezó la pandemia y pasé de la energía explosiva de Sudamérica a estar encerrado en casa. Esto me hizo reflexionar mucho sobre algunas prioridades de la vida, sentí la necesidad de revivir aquellas emociones, aquellas sonrisas que ahora parecían lejanas.
Así que decidí marcharme de nuevo, con ganas de volver a aquellas tierras que me habían hecho sentir verdaderas y profundas emociones. Por suerte, encontré el programa “EU Aid Volunteers”, en el que se podían solicitar varios proyectos en todo el mundo; no lo dudé: por supuesto, ¡Bolivia!. En un mundo que llevaba mucho tiempo enfermo, sentí la necesidad emocional y física de formar parte de un proyecto de cooperación internacional que hiciera latir mi corazón como aquella primera vez y me hiciera sentir parte de una familia mucho más grande llamada: humanidad. El destino quiso que pasara la selección para un proyecto en la ciudad de Trinidad con el apoyo de la ONG PS Cáritas Beni. Aquí trabajé en ocho comunidades indígenas y campesinas de las provincias Cercado y Marban, del departamento del Beni y una de las principales actividades fue el apoyo en campañas, acompañamiento y orientación en derechos humanos, comunicación y medio ambiente.
Además, inicié un pequeño proyecto propio con los niños de una escuela en una comunidad campesina, Primavera, a 140 km de la ciudad, enseñando inglés y ayudando en las actividades extraescolares. El objetivo a largo plazo sería también crear una biblioteca para que los niños puedan disfrutar plenamente de su derecho al estudio. Gracias a esta experiencia, he aprendido a apreciar las pequeñas cosas cotidianas que antes solía dar por sentadas.
Como parte del proyecto de fortalecimiento de las comunidades indígenas y campesinas, ayudé y coordiné varios talleres de identidad cultural para dar a conocer a jóvenes y adultos sus raíces para que se transmitan de generación en generación. Aquí hay una foto de un hermoso recuerdo en la comunidad de “Nueva Alianza” con todos los participantes.
Uno de mis momentos favoritos: recibir a los niños en la escuela de la comunidad “Primavera” después de un largo viaje desde la ciudad de Trinidad. Aquí, dos días a la semana, enseño inglés y ayudo en las actividades extraescolares. Sus sonrisas me hacen sonreír… ¡es contagioso!
Mi nombre es Sonia Martín, soy de Valencia (España). Hace años que trabajo como directora de comunicación en una ONGD en la que realizamos proyectos de cultura y de cooperación internacional. Tras mucho tiempo sin moverme de España, necesitaba tomar contacto directo con las realidades del Sur, y tenía muchas ganas de implicarme de primera mano en un proyecto como el de mARTadero, que utiliza el arte y la cultura como vía para el desarrollo social.
Como voluntaria senior en comunicación, uno de mis objetivos es contribuir a la sostenibilidad del proyecto, ideando estrategias de comunicación y de organización para que las actividades de mARTadero lleguen a más personas y así multiplicar su impacto.
De las personas de Bolivia he aprendido que la creatividad y las ganas de avanzar pueden ser incluso herramientas más poderosas que los recursos materiales, y que la unión realmente hace la fuerza.
Mala Sanz, coordinadora del área de danza del proyecto mARTadero, imparte un taller de danza en el Centro de rehabilitación para personas ciegas Manuela Gandarillas. A través de la danza los niños y niñas adquieren mayor seguridad a la hora de moverse, mejoran su postura y ganan independencia. Es increíble su capacidad para moverse sin problemas por el espacio utilizando el oído, escuchando a la profesora o a sus compañeros; y a través del tacto, mediante texturas en el piso y con el contacto con los demás.
Las distintas áreas artísticas de mARTadero -letras, danza, teatro, música- en colaboración con el Instituto Boliviano de la Ceguera han trabajado con los chicos y chicas del centro para demostrar que la privación de un sentido no tiene por qué dejar a nadie al margen de la cultura. Más bien al contrario: la capacidad de percepción a través del resto de sentidos abre otros mundos de posibilidades para la expresión artística.
Kuska – Juntas para la acción creativa es una asociación femenina artesanal que trabaja la técnica del mosaiquismo para embellecer espacios públicos y privados. Muros, pisos, bancas, mesas, macetas, espejos, portaretratos… Sus obras y trabajos sirven para que las mujeres del colectivo tengan sus propios ingresos y sean independientes, rompiendo roles de género y empoderandose a través del arte.
Kuska es un emprendimiento de mujeres de Villa Coronilla (Cochabamba) que fueron formadas como artistas e impulsadas dentro del proyecto mARTadero, con quien han realizado diversas intervenciones en la ciudad con temáticas de género y con incidencia social.
¡Hola! Soy Martin Lafon, un voluntario de Francia. Me enrolé en el programa EUAV con ASPEm Italia porque quería utilizar mi experiencia profesional en Marketing para ayudar a gente que realmente lo necesita.
Tuve la suerte de ser seleccionado para el proyecto de Cáritas Tarija que ayuda a las mujeres productoras de La Reserva Nacional de Fauna y Flora de Tariquía a vender su miel de abeja. Estoy trabajando sobre la búsqueda de nuevos distribuidores, la publicidad, la creación de nuevos productos, etc. ¡Todo lo cual ayudará a vender más miel y a mejorar los ingresos de las mujeres productoras!
Esta experiencia es una oportunidad única para compartir la vida cotidiana de chapacos, que son muy acogedores y bromistas, siempre haciendo picardías. También aprovecho esta experiencia para descubrir Bolivia, un país cuya variedad de paisajes, historia y población me encanta.
La Reserva Nacional de Fauna y Flora de Tariquía es un paraíso natural: tiene colinas verdes, tierra roja y un río que la atraviesa.
Una cordillera la protege del resto del mundo, y crea una barrera natural para retener agua, llenando Tariquia de vida.
Allí, he visto monos y tucanes, pero la reserva también cuenta con osos andinos, pumas y también jaguares.
En esta reserva, las mujeres están muy comprometidas con la defensa del medio ambiente y se dedican con pasión a la apicultura. Producen una miel pura y sabrosa, ¡garantizada sin químicos!
Mi nombre es Nadia Sayyad Hernando y nací en Aranda de Duero, una pequeña ciudad del centro de España. Antes de venir a Bolivia trabajaba pasando consulta en un centro de salud como médica especialista en medicina de familia y comunitaria.
Desde hacía 14 años me formaba y trabajaba en la medicina clásica occidental, y echaba mucho en falta tener contacto directo con la comunidad y con la parte de prevención de la enfermedad; me producía mucha curiosidad salir a la calle y que ellos me expresaran sus inquietudes desde su propio entorno.
Hacía tiempo que me planteaba la opción de realizar esta labor comunitaria lejos de Europa, y descubrí Bolivia. Es un país ideal para realizarla ya que la estructura de organización es en muchos casos horizontal, y eso me ha permitido acercarme a las personas de tú a tú. Aquí he tenido la oportunidad de formar parte de dos proyectos: el primero, en la ciudad de Trinidad, impartiendo talleres de alimentación saludable en las comunidades indígenas circundantes y en el centro de salud de Cáritas Beni. El segundo, en la Unidad Educativa Juan XXIII de Suticollo, Cochabamba, como doctora general del centro y realizando talleres relacionados con la salud sexual y reproductiva y la reanimación cardiopulmonar, además de apoyar en otras actividades relacionadas con la salud.
En este país he podido beneficiarme del caminar junto a una cultura muy diferente, disfrutando de un intercambio de conocimientos y necesidades con aquellas personas con las que he realizado mi voluntariado, de tal manera que hoy soy más flexible y menos juiciosa, y por ende, más creativa.
Recuerdo este primer taller desde que salimos en la movilidad hacia Nueva Alianza. El camino y la llegada fueron maravillosos, rodeada de las personas que hacían del taller un evento posible y con sentido. Aún siento la fina mano de Wilma apretándome la mía según los comunarios entraban en la escuelita, para desearme buena suerte; el sonido móvil y dinámico de la cámara de Paolo, que dejaba inmortalizado aquel lindo momento, y el refrigerio que fue preparando y distribuyendo Alan al finalizarlo.
Aún escucho las palabras del dirigente, alentando a los comunarios a participar con ánimo y a aprender todo lo posible, y sigo sintiendo esa la ilusión que mostraban los participantes, niños y ancianos, y adultos, cuando encontraban la forma de resolver las preguntas que les hacía, trabajaban sobre la rueda de alimentos, o buscaban la solución para poder traer más verduras a su pequeña localidad.
La oportunidad de poder compartir con las y los adolescentes en uno de los proyectos de Fe y Alegría en Bolivia, es uno de los mayores regalos que me ha hecho el país.
Tan importante es la educación, como su puesta en práctica en la vida real, y estos jóvenes saben hacerlo perfectamente: son capaces de organizarse en su propio Gobierno Estudiantil, de montar sus Olimpiadas, de cocinar y limpiar para todos el personal educativo y estudiantil, además de sacar adelante sus asignaturas, incluyendo la de artes escénicas, que es ineludible.
Son ellos la motivación de los madrugones, de las horas y horas de preparación y de impartición de las clases por parte de sus “oxis” (o lo que es lo mismo “profesores oxidados”), término que he adoptado también al entrar como voluntaria en este gran equipo.
Mi nombre es Natalia, soy voluntaria de la institución Renacc Tarija, ubicada en la ciudad de Tarija, Bolivia. Renacc trabaja por el fomento de la producción agroecológica a través de diferentes ejes de trabajo y líneas de acción como el manejo y conservación de suelos, implementación y manejo de sistemas agroforestales sucesionales, recuperación de semillas criollas y nativas y huertos urbanos en 18 comunidades campesinas de los Municipios de Cercado y San Lorenzo y en los barrios periurbanos de la ciudad de Tarija.
Durante mi estadía, he apoyado principalmente las actividades ejecutadas en las comunidades rurales, permitiéndome intercambiar experiencias y aprendizajes, así como conocer diferentes realidades y formas de vida.
Las comunidades donde Renacc interviene, se encuentran en territorios rodeados de lindas montañas y paisajes. En esta imagen podemos observar un cultivo de amaranto o coime como lo llaman aquí en Tarija, que es uno de los principales productos de la Asociación de Productores Agroecológicos de Tarija, ya que realizan productos transformados y derivados de este grano que tiene un gran valor nutricional.
Mujeres de la comunidad de San Lorencito participando activamente en un taller de capacitación. Ellas son mujeres fuertes, alegres, cariñosas, amables y muy trabajadoras. San Lorencito es una comunidad solidaria, generosa, que refleja unidad, pues las personas de la comunidad se ayudan entre ellos y se organizan para las actividades que tienen que realizar, son una muestra de que realmente trabajar en asociatividad tiene buenos resultados y genera un bienestar común, dejando de lado la competencia y la individualidad.
Muy buenas, mi nombre es Diego y soy de un pueblo de España en la región del curso medio del río Guadarrama. Soy comunicador y co-creador de proyectos audiovisuales para visibilizar comunidades y ecosistemas. Me animé a participar en el programa de voluntariado para compartir historias, aprendizajes y sonrisas. Agradezco la alegría y la generosidad de las personas que han querido disfrutar de momentos hermosos juntos a lo largo de este programa. Muchas gracias por la hospitalidad, las flores y las semillas.
El tiempo en los paisajes andinos parece estar hecho de tierra y viento.
Las cosechas dan lugar a los años.
Y los años a las costumbres.
Los saberes bioculturales de las poblaciones que habitan las alturas de las montañas están arraigados en tradiciones que facilitan la convivencia con el ecosistema.
En muchos casos estos conocimientos procuran maneras de subsistencia en épocas duras, y dejan un rico legado para las siguientes generaciones.
Q’otapampa – Kaluyo, iniciativa Pacha Treck de Red Tusoco.
El sentimiento comunitario nace de una misma semilla.
Todas y todos queremos ver nuestra tierra reverdecer.
Por eso, al unir capacidades, las comunidades rurales crean sinergias que pueden lograr cambios profundos.
El esfuerzo y el trabajo conjunto también dan como fruto hermosas celebraciones, vínculos de amistad y familia, y lo mejor de todo, empatía.
Así consiguen una ética de cuidados y de inclusión que mejora la vida de las personas de la comunidad y también del medioambiente en el que viven.
Organización Económica Campesina de Aramasi. CIOEC.
Mi nombre es Beatriz, soy de España, y soy voluntaria de la Fundación Munasim Kullakita, ubicada en El Alto. FMK trabaja en la prevención de la trata y tráfico de niños, niñas y adolescentes.
A lo largo de estos meses he apoyado en las labores de comunicación e intervención social. Creo en el poder del arte como un medio para expresarnos, soñar, conocernos, crear lazos y potenciar la calidad humana, es por esto que en mi trabajo utilizo el teatro y el arte como herramienta de transformación social que ayuda a dialogar y empoderar a aquellas personas cuya voz está escondida.
‘Si callas, eres cómplice’ es una campaña que realicé con las chicas que viven en el hogar trampolín por el Día Internacional Contra la Trata y Tráfico de Personas.
‘’Todos los años, los niños y niñas somos víctimas de la trata y tráfico de personas. Todas nosotras somos niñas y no queremos que nos obliguen a dejar de serlo. Todas y todos tenemos derecho a una vida digna, tenemos derecho a nuestra vida. Si callas, eres cómplice’’
’QUIPAPACHA, lo que nos une’’ es un libro escrito y dibujado por 19 de las niñas que viven en el Hogar Trampolín, El Alto, Bolivia. Un hogar de acogida para niñas víctimas de explotación y/o violencia sexual.
En este libro hay historias de vida, de fantasía, de lucha y resiliencia. Pero, sobre todo, las historias de 19 valientes que han tenido la fuerza para luchar por sus vidas y construir un futuro.
QUIPAPACHA, en la lengua Aymara, quiere decir ‘futuro’.
Este proyecto nace con el objetivo de apoyar a todas ellas en sus futuros emprendimientos y estudios cuando salgan del hogar.
Soy Aixa Mestrallet, voluntaria en Caritas Tarija como agrónoma con el programa EU Aid Volunteers. Vengo de Italia y me animé a hacer parte de este proyecto por mi interés en el manejo de huertas familiares, conocer con mis propios ojos cómo vive la gente en el campo y aprender las costumbres locales.
El proyecto en el cual estoy trata de la promoción y del desarrollo en ámbito agroecológico, con enfoque en el uso y protección de las fuentes de agua, regeneración de especies vegetales nativas, conservación de sistemas agroforestales, diversificación de la producción agropecuaria, conservación y mejora de la fertilidad de los suelos.
Doña Paula de la comunidad de Pampa Grande exponiendo sus productos cultivados con amor y conexión con la Naturaleza a la fiesta del maní en Tariquía.
Es importante hacer esta fiesta para dar a conocer a los demás la belleza y la importancia biológica de la reserva de Tariquía. Tariquía brinda servicios ambientales muy significativos al departamento de Tarija. Ahora se encuentra bajo la amenaza de la explotación de hidrocarburos que tiene como consecuencia la deforestación y cambios de variables meteorológicas no solo en la reserva sino en todo el departamento de Tarija, ya gravemente afectado por fuertes sequías.
En el valle de Uriondo no llueve todo el invierno, es un desierto encantador, el tiempo se para y todo resplandece en una luz dorada. Los campesinos llevan a pastorear el ganado en los montes antes que la tarde se apague, los chaleros dominan los campos que esperan ser sembrados. En casa, las mujeres preparan sopas de trigo y más en sus cocinitas de leña y tienden el charqui de cordero en el patio.